Estuve hablando con una conocida relacionista y ésta me contó la cantidad de imprudencias que cometen los artistas cuando se creen los amos y señores del mundo. Luego, con el tiempo, o se dan un buen cantanzo y recapacitan o la madurez los hace cambiar.
Esa parece ser la actitud de William Omar Landrón, “Don Omar”, a quien el haberse mudado a Los Ángeles le ha venido muy bien. El cantante se ve mucho mejor físicamente y aunque algunos maliciosos le llamaron “Happy Feet” por la etiqueta que tenía en los Premios Billboard, la realidad es que se veía bien y con un look diferente. ¿Lo querían todo tirado y desaliñado? ¡Hello!, no hay cómo complacer a todo el mundo.
Me alegró mucho escuchar que le dedicó los premios a su madre, doña Toñita, quien tranquila en Carolina no deja de rezar por su hijo y de pedirle al Señor que lo cuide. Creo que sus oraciones han llegado bien lejos. ¿Verdad, doña Toñita?
Pero volvemos con el Don. La realidad es que sus canciones, gústeles o no a algunos, pegaron por un tubo y siete llaves y eso fue lo que reflejaron los muchos premios que se llevó. La premiación se basa mayormente en la cantidad de semanas que se tocó la canción en radio, o sea, difusión, analizan entre las más vendidas, pedidas y descargadas. En eso no hay truco, se mide mensualmente y se publica la lista y por eso las sorpresas son pocas.
De hecho, hace dos años cuando Tito “el Bambino” cargó con los máximos galardones también le cayeron como a cuero de pandereta. Siempre he dicho que los boricuas somos como los jueyes, si uno va subiendo ya viene otro y lo trata de tumbar. Pero en el caso de Tito y de Don Omar, han tratado pero no han podido.
Creo que lo mejor que ha hecho Don Omar es alejarse de gente que tenía a su alrededor que no le convenía. El camino que recorre ahora parece que es el correcto, en la que podríamos llamar su nueva vida.
¡Deja tú comentario!